miércoles, 21 de diciembre de 2011

"LA MARCHA" : PASA LA VIRGEN MACARENA

Biografía del autor.

Pedro Gámez Laserna transcurre su vida artística entre Córdoba, dirigiendo la Banda Militar del Regimiento de Infantería de Lepanto y la del Regimiento Soria 9 de Sevilla. Impregnó la marcha procesional con cierto carácter militarista, aportando unas instrumentaciones muy completas y logradas enalteciendo sus originales melodías y dándole gran lucimiento a los instrumentos, teniendo siempre en cuenta sus tesituras y posibilidades tímbricas.

En 1949, Pedro Gámez Laserna logra con «Saeta cordobesa» fundir la saetilla dentro de la marcha urdiéndola de manera primorosa con ricas armonías y contrapuntos, como ya habían hecho anteriormente Farfán, o Pascual Marquina Narro en su «Procesión de Semana Santa en Sevilla».

También destacan composicones como «Salve Regina Martyrum» de 1952, «El Cachorro, Saeta sevillana», de 1967, «María Santísima del Subterráneo» de 1961, «Sevilla cofradiera», de 1972 o «Pasa la Virgen Macarena» de 1959, de la cual vamos hablar a continuación.

La Marcha: “Pasa la Virgen Macarena”.

Los Manuel López Farfán, Emilio Cebrián o Mas Quiles ya dejaron prueba inequívoca de su sello en el acervo musical de la hermandad de la Macarena. Pero d. Pedro, a su llegada al Soria 9 y ante el ensimismamiento que tuvo que suponer ver pasar a la Macarena, consiguió reflejar en la partitura la exégesis de un palio andando, en movimiento, a la que habría de bautizarla en 1959 con el nombre de “Pasa la Virgen Macarena”. Con cada interpretación de esta marcha, y de primer plano el incomparable y mayestático palio de la Esperanza Macarena, toma fuerza esa frase célebre que Stravinski dejó para la posteridad. Porque nada más entrar las cornetas en el inicio de la marcha ya estaremos escuchando lo que vemos, y viendo lo que escuchamos.

Toda una cátedra de cómo hacer música para un palio y para eso no había ni hay mejor lugar que Sevilla y el palio modélico por excelencia. D. Pedro tuvo las ideas muy claras. Tomó el modelo sancionado por Farfán en “La Estrella Sublime” (1925) y lo amoldó a su estilo personalísimo, que ya en Córdoba había cobrado relieve con la sensacional “Saeta Cordobesa”. Tanto en la introducción de la marcha, como en el tema principal, la participación de las cornetas enfrascadas en el do mayor de la música no solamente se limita a otorgar un complemento y subrayado brillante de la marcha, sino a dominar melódicamente la misma y constituirse en un plano sonoro superior incluso al entramado melódico de las maderas.

El pasaje central, donde supuestamente iría el fuerte de bajos, es un alarde armónico donde los metales recitan una línea melódica suave y relajada, sustentada sobre arpegios de la madera. Retomado el tema principal, y tras unos compases de modulación, la marcha llega al trío final en fa menor que es otro elogio a la armonía y el equilibrio, al lirismo y al embrujo propios del palio de la Macarena. En su primera interpretación la melodía es regida de forma especial por el viento metal, con el acompañamiento en su función rítmica de clarinetes y saxos. La segunda repetición es una superposición de clarinetes principales, requintos y flautas al plano sonoro anterior, en la que se dibuja una melodía con atisbos de saeta, una de las muchas que se ofrendan a la Madre de Dios en la madrugá sevillana.

Recientemente la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, bajo la dirección de Fco. Javier Gutiérrez Juan, incansable investigador y buceador de archivos musicales, la ha grabado con la repetición del trío final –cosa que no se da en numerosísimas interpretaciones- y a un tempo rápido y vertiginoso, respondiendo así al gusto y voluntad del autor de la obra y apoyándose para ello en documentos sonoros, así como testimonios orales. Con este registro en el disco “Versión Original” podemos seguir gozando de las bondades de “Pasa la Virgen Macarena” y su portentoso comienzo entre cornetas y semicorcheas de clarinetes. La máxima expresión de esta marcha la encontramos aquí, en “Versión Original”. Todos los medios, y los mejores, al alcance del oyente y cofrade. O lo que es lo mismo decir: d. Pedro Gámez en estado puro sorprendiéndonos por sus complejas concepciones armónicas y melódicas, amén de unas velocidades de ejecución que explican razonadamente el porqué de diversas características de sus marchas que con ese tempo precisamente adquieren su verdadero significado y efecto.

El tiempo pasará y la banda que adorna con sus sones el discurrir de la Macarena por Sevilla, el Carmen de Salteras, seguirá ofreciéndonos con cada interpretación el milagro de “Pasa la Virgen Macarena”. Esa marcha que un día firmó d. Pedro Gámez rememorando a la Macarena pasar ante sus ojos y que, por si fuera poco, inspiró al alumno de éste cuando por la Campana fue testigo del pasar de Ella con su primoroso palio. Ella siempre pasando por Sevilla entre fulgurantes marchas.

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